viernes, 8 de julio de 2011

Todo lo sólido se desvanece en el aire

Ms. McMahon e hija inaugurando la sesión en Wall Street. ¿Y el wrestling?

Vivimos tiempos rápidos, de obsolescencia acelerada. Las modas pasan veloces, los iconos de la cultura popular duran menos que nunca, víctimas del afán de ganancia de las grandes corporaciones que dominan nuestro ocio. Como parte de todo este entramado, la WWE del siglo XXI es víctima de esta tendencia. También la WWE se ha entregado al mercado antes que a su función original de promoción de wrestling. Mirando sólo por el beneficio rápido y el corto plazo, la actual WWE carece, en mi opinión, de una estrategia que mire ya no sólo a su propio futuro, sino al del negocio en general.

Y para muestra un botón: la continua rotación de luchadores. Poco se asemeja ya el roster actual a aquella impresionante plantilla que Vince McMahon lograra juntar tras su inesperada victoria en las Monday Night Wars allá por el año 2001 y 2002. Desde entonces, la mayor empresa de wrestling del mundo ha cambiado a cerca de 300 luchadores, promocionándolos desde sus territorios de desarrollo, dándoles push, para después despedirlos y en algunos casos volverles a contratar tiempo después, llegando este ciclo a completarse incluso en pocos días (caso de The Boogeyman o Daniel Bryan). Así resulta difícil para el consumidor identificarse con unos luchadores que la empresa le sigue presentando como Superestrellas.

El pobre Boogeyman echa humo con tanto vaivén

De esta manera, el aficionado medio del wrestling se ve privado de uno de los puntales históricos del mundillo: el hacerse fan de un luchador, respetarle, seguir su trayectoria a lo largo de muchos años, conocer su record al dedillo, amarle en sus periodos face y odiarle en sus fases de heel. Al igual que en cualquier otro espectáculo deportivo, son los luchadores los que venden entradas y, en fin, escriben la historia del wrestling. Y para que ello sea posible, cada uno debe tener su papel: los héroes populares, los malvados, los jobbers, los campeones, los eternos aspirantes, los managers, los que saben hablar y actuar, los cómicos, los fuertes y gigantes, los técnicos y high flyers: todos, absolutamente todos. Históricamente, el éxito en el wrestling dependía de que una promoción ofreciese una adecuada combinación de todos esos elementos. Y por eso hoy recordamos con tanto cariño a Nikolai Volkoff, Earthquake o los Bushwackers. Sin embargo, cuesta encontrar a sus equivalentes entre los luchadores de la actual WWE (¿Vladimir Kozlov?, ¿los High Landers?).

Y la razón es el inadecuado ritmo con el que la WWE maneja a sus plantillas. A los luchadores ya no se les permite desarrollar su carrera a su ritmo, encontrar su propio estilo. Se les echa a la arena masiva a una edad muy joven, cuando todavía les queda mucho por aprender, tanto profesional como vitalmente. Se les empuja a pelear con los mejores. Se les dan y quitan cinturones a velocidad de vértigo. Forman tag teams que en apenas un año se separan, luchan entre sí, son lanzados en solitario para, probablemente, volver a juntarles en una nueva storyline poco tiempo después (¿le suena al lector el caso de The World's Greatest Tag Team o Lance Cade y Trevor Murdoch?). Pasan de un roster a otro, de heels a faces, sin solución de continuidad. De protagonizar main events a dark matches. En muy pocos años, los luchadores están quemados. Da la sensación de que les hemos visto todo, de que ya no pueden mostrarnos nada más. En ese momento, muchos ven retirada la confianza de la empresa y finalmente son despedidos. El sueño de su vida ha acabado antes de empezar. Muchos se retiran del wrestling, conscientes de que fuera de la WWE no alcanzarán reconocimiento masivo. Es sólo una muestra más de la errática política que la empresa de los McMahon ha seguido en la última década. 

Muhammad Hassan: una de las muchas víctimas de la impaciente WWE actual

A ello hay que unirle las storylines que se inician y se desechan sin mediar explicación, los miembros del roster que se quedan en casa porque los bookers "no tienen nada para ellos" (¡increíble disponer de un profesional de talento y no saber aprovecharlo!), la falta de creatividad a la hora de elaborar historias interesantes fuera de las que involucran a los nombres principales de la empresa (HHH, Taker, Cena, etc.), el que las peleas sólo sirvan para seleccionar a los futuros contrincantes de aquellos... Es inconcebible que luchadores como Paul London, Brian Kendrik, Elijah Burke, Ken Doane, Sylvain, Renee Dupree, Rob Conway, Steven Richards, 2 Cold Scorpio, Super Crazy, Funaki, Nunzio, Carlito, MVP, Kaval, Chavo Guerrero y un largo etcétera  sean despedidos o no aparezcan en televisión durante meses mientras en los programas semanales se nos ofrecen una y otra vez los mismos combates y los PPV presentan revanchas interminables involucrando siempre a los mismos nombres. Cualquier empresa mataría por disponer de la mitad de la plantilla de la WWE, mientras esta se dedica a crear feuds de la nada para llenar PPV en los que en realidad sólo importan un par de combates o porque no saben cómo utilizar a talentos descomunales como Evan Bourne o Justin Gabriel.

¿Por qué? 12 PPV anuales (que han llegado a ser 16), 4 programas semanales, varios especiales, constantes tours por todo el mundo. La exigencia del día a día, vale decir de su interminable necesidad de acumular dinero, ahoga a la WWE en un mar de apremios. No hay tiempo de pensar, sólo de actuar. De ahí la sensación de improvisación, de dudas, de intermitencia. Lo que hoy parece seguro, mañana cambia por completo dependiendo de un rating o una bajada de ventas. Y dada la escala de negocio en la que WWE se mueve, parece más sencillo para los McMahon renovar constantemente el roster que afrontar los problemas estructurales de su empresa. No obstante, el tiempo parece que esta vez va a quitarle la razón a Vince, y a los ratings en caída libre me remito. Y, probablemente, la única manera de dar un vuelco a este camino descendente es precisamente el contrario. La WWE necesita superar las urgencias. Frenar, tomar aire, replantear toda su estrategia.

De tanto preocuparse por sus accionistas, Vince ha descuidado su producto. La paradoja es que eso hace que las acciones bajen. ¿Podrá salir la WWE de este círculo vicioso?

4 comentarios:

Dani dijo...

Hola, he estado echandole un vistazo a los articulos y la verdad es que es un gustazo leerlos. Ánimo con el blog, al principio es dificil, debido a que hay poco seguimiento, pero en cuanto pasa algo de tiempo, se coge confianza.
Un saludo de un forero de Solowrestling.com.

Jose Antonio Cerrillo dijo...

Muchas gracias Dani! Espero seguir a la altura.

Unknown dijo...

Concuerdo plenamente con todo lo que expones en este articulo. Es una lastima la manera cono se desperdicia a las estrellas en Wwe... Si me preguntas a mi considero que el cercano retiro de Undertaker debe servir como momento de reflexion para la Empresa y ver que su principal activo son sus jovenes estrellas ya que fueron estas estrellas las que en su momento hicieron que Wwe venciera a Wcw... Un saludo

Jose Antonio Cerrillo dijo...

Totalmente de acuerdo Juan fernando. Y gracias por la aportación y tus palabras!